Metamores perros

heartie

Siempre he sido una persona con mucha suerte. Tal vez no en todos los aspectos de mi vida, o no con todas las personas a las que he ido encontrando, pero creo que en términos generales, me puedo considerar una persona afortunada.

He leído y escuchado muchas historias de gente en una relación poliamorosa, y eso me ha hecho sentirme afortunada. Evidentemente, no todo ha sido un camino de rosas ni nada por el estilo, pues ha habido que luchar contra muchas cosas, y las batallas más fieras que he librado han sido con mis propias bestias, mis demonios interiores. Pero afortunadamente, siempre he tenido a mi favor el viento, o como diríamos sin metáforas, las personas correctas que (vuelta a la metáfora) han estado remando conmigo cuando las aguas estaban revueltas.

Ya hablé en su día del palabro raro ‘metamores’. Para los que me leen desde hace poco tiempo, dejo una definición rápida antes de adentrarme en el tema: los metamores son aquellas personas en una relación poliamorosa que son parejas de tu pareja, pero no tuyas. Por ejemplo, en una relación triangular como la nuestra (nosotros lo llamamos ‘trimonio’ un poco por cachondeo, un poco por no saber cómo definirlo cuando ni sabíamos que existía otra palabra), R y yo compartimos a H pero no tenemos relación romántica entre nosotras; por lo tanto, R se podría considerar mi metamor, y a la par, yo el suyo. Pues bien, amiguitos y amiguitas, no siempre uno tiene una buena relación con su metamor y todo es bien, correcto, mientras que no vulnere ninguna de las relaciones existentes.

Escribo este post porque es una de las dudas a nivel un poco más personal que se plantea mucha gente que ya tiene algo más de confianza con la que aquí escribe: ¿cómo os lleváis R y tú? Y aunque no lo creáis, es una pregunta de respuesta jodida, porque todas las relaciones fluctúan, cambian constantemente con el tiempo, y no siempre para bien. Hay rachas en las que todo fluye bastante mejor, y hay rachas en las que no hay forma de levantar cabeza. Lo que está claro es que la forma de encarar una relación con tu metamor puede cambiar el curso de la relación con tu pareja para bien, o para mal.

No es necesario tener una relación chachi pistachi con tu metamor para que todo marche bien, al menos en el sentido de que no es necesario forzar sentimientos de amistad, cariño o complicidad hacia otra persona, que simplemente no te salen. A veces basta únicamente con mantener una relación de respeto, cordialidad y apoyo, aunque sea desde la distancia. Hay algunos casos en los que los metamores ni siquiera se conocen, o se conocen tras varios meses/años de relación. Nuestro caso está lleno de factores que inciden directamente sobre nuestra forma de llevarlo, puesto que hace casi seis años vivimos bajo el mismo techo, compartimos de forma equitativa los gastos (especialmente desde hace unos meses), y hay una pequeñaja en cuya educación estoy parcialmente involucrada. Las tensiones y las luchas internas, aunque no se hayan exteriorizado o verbalizado todas, siempre han estado ahí, pero en las rachas en las que hemos tenido más problemas entre nosotras son en las que más ha peligrado la estabilidad de nuestra respectiva relación con H.

Si bien es cierto que la forma en la que una relación poly está configurada incide directamente en la relación entre sus metamores, la experiencia me dice que es necesario mantener una relación sana sea cual sea la implicación entre las dos personas que comparten una pareja. No es necesario bajo ningún concepto, entender por esto que tu metamor tenga que caerte bien, pero lo que sí es cierto es que, pese a lo que se pueda pensar, que uno de los metamores cree cierto malestar para con el otro o los otros, puede no solamente acabar dañando la relación del/de los otro/s, sino la de unx mismx.

Pero no solo es trabajo de los metamores mantener una relación fluida: también es importante (muy importante) el trabajo de la pareja que compartís para poder, en cierta forma, proteger las relaciones y los sentimientos que cada una de las partes expresa hacia la otra. Pongo un ejemplo: A se queja continuamente de que B no le escucha, y eso le hace estallar y enfadarse con B continuamente. Le cuenta la situación a C, que vive los enfados constantes de cerca y no puede estar más de acuerdo con A. Busca su apoyo y su comprensión. C sabe que en su caso, A no tiene ningún problema porque siempre le escucha, por lo que cada vez que A y B se enfadan por lo mismo, C va generando una espiral de sentimientos encontrados que puede hacerle estallar contra B en cualquier momento.

Es relativamente sencillo que un ‘hombro sobre el que llorar’ acabe convirtiéndose en una explosión tóxica de sentimientos de aversión hacia otra persona por hacer ‘infeliz’ o ‘tratar de forma injusta’ a la persona cuyo amor se comparte. Es muy difícil ser imparcial cuando la persona a la que dañan es tu pareja, por lo que es mejor aparcar las ideas utópicas y la teoría flowerpower de manual evitando en la medida de lo posible que surja un conflicto más entre los metamores. Hostias, y esto sí que es complicado, mucho más que intentar llevarse bien entre metamores, pero no deja de ser menos obligado por ser complicado si no se quiere intoxicar la relación de la manera más tonta.

En la vida real, las cosas duelen, las personas sienten y los egos compiten.

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