Querernos es cosa seria. Nosotros lo tenemos claro. Pero parece que el resto del mundo no.

Desde los inicios de nuestra relación, mucha gente nos ha prejuzgado con toda la impunidad del mundo, sí, y antes me preocupaba mucho más que ahora. Lo que evidentemente es cierto es que hay cosas que me molestaban y que no han dejado de hacerlo en el presente, como por ejemplo que nuestra relación no se tome en serio. Exacto, tal y como lo estáis leyendo.

H. está felizmente casado con R, que ha sido su pareja desde hace 14 años. Vale. Yo he llegado la última. Tengo 12 años menos. No tengo hijos con él. De acuerdo, pero… ¿Hace eso más débil nuestra unión? ¿La hace menos importante o “secundaria” (en el mal sentido de la palabra)? ¿Nos queremos menos por esa razón? No lo creo así. Nadie menosprecia las relaciones de otros por el mero hecho de que lleven poco tiempo. Es cierto que con el tiempo poco a poco las dudas de terceros sobre la seriedad de nuestra relación se han ido disipando, pero no resta el hecho de que fuera muy molesto que trataran nuestra relación con poca seriedad cuando andábamos todavía en nuestros primeros años… No sé quién se cree con derecho a juzgar sobre las relaciones de terceros, y pese a que es algo que parece que poco a poco vamos dejando atrás y el tiempo nos da la razón ganando terreno día a día… Pues no sé. Es un poco desalentador para parejas que están comenzando a explorar el tema del poliamor y que todavía trastabillan y tienen sus mares de dudas, como yo (nosotros) en aquellos tiempos. Nadie tiene derecho a hacer que una persona se sienta mal por lo que está experimentando y, sin duda, nadie tiene derecho a prejuzgar una relación por el simple hecho de que todavía sea joven.

También tuvimos otras pequeñas “experiencias”, que más bien fueron “detalles” muy desalentadores para nuestra joven relación. Compadecerse de una de las parejas y tratarla como si fuera víctima de una humillación constante tampoco es que ayude mucho. Normalmente, en nuestro caso, el target de las compasiones era R., pero alguna vez me ha tocado a mí también. El que menos, sin duda, H. Bien, no se trata de compadecer, porque en nuestro caso es algo que ya estaba pactado y más que pactado. Otra cosa muy distinta es buscar confidentes cuando hay una mala racha o en los momentos de bajón tan propios de los comienzos a tientas, cosa que es natural y muy sana. Pero la base sobre la que se construyen las relaciones es el diálogo, la comunicación, mucho más si en vez de dos, son tres las personas que pueden resultar heridas. Los tres somos adultos y como adultos decidimos tener una relación de la forma en la que nos conocéis. Todo el mundo tuvo su momento para expresarse y para acordar lo que quería y lo que no.

Y, definitivamente, mi relación con H. o la de H. con R. no suple las carencias del otro. No sé por qué la gente llegó a pensar que yo había entrado en la vida de H. para arreglar algo que estaba mal con R., o para darle algo que R. no pudiera darle. Es totalmente impensable que una tercera persona pueda servir para tapar un agujero que ha salido con otra, y os puedo asegurar que en el día a día no es así. Tener otro hombro sobre el que apoyarse nos beneficia a los tres, pero nadie suple a nadie.

Con el paso del tiempo hemos conseguido que se nos tome un poco más en serio, pero tampoco nos ha movido el deseo de demostrar nada a nadie. Pero eso no quita la desmotivación o los malos momentos que vivimos cuando no era así. Ninguna de las dos es más importante que la otra, ni lo ha sido en ningún momento. Debe ser que yo soy muy tiquismiquis, pero la realidad es que nunca se me ha tratado en casa como si fuera una aventura para H., y por esa razón, no veo por qué motivo debe ocurrir así, ni conmigo ni con nadie, a ojos de terceros. En definitiva, querernos conlleva un compromiso muy importante, y siempre ha sido así, aunque algunas veces no nos hayan tomado en serio.