Compartiendo el espacio

polyfamily

Inevitablemente, el hecho de vivir los tres bajo el mismo techo (y en amor y compañía infantil) genera muchas dudas entre los que escuchan nuestra historia. ¿Por qué? Pues porque, viéndolo fríamente, creo que puede parecer intrigante nuestra forma de organizarnos, o cómo gestionamos la vida en familia. Técnicamente hablando, el hecho de compartir el espacio es mucho más sencillo de puertas para adentro que de puertas afuera.

Somos dos parejas. Ambas tenemos los problemas que cualquier pareja tendría. No estamos exentos, por tanto, de broncas, malentendidos y otros desarreglos de pareja. Tenemos también nuestros desgastes, puesto que toda la historia que H tiene con ambas, se vive con intensidad dentro de la misma casa. A veces también hay problemas entre ambas. Pero no por ello quiere decir que nuestros problemas estén motivados por el hecho de ser tres. El tiempo, en muchas ocasiones, es un factor que juega en nuestra contra porque es algo que tenemos que compartir entre los tres, y gestionarlo de la mejor forma que sabemos. Además. el tiempo se puede volver todavía más en tu contra cuando hay niños de por medio, y el que tiene hijos me imagino que se hará una idea de cómo se trastocan los horarios de todos. En muchas ocasiones me da por imaginarme lo que piensan los vecinos de nosotros. Evidentemente, no es algo que todavía compartamos con cualquiera, pero es mucho más que obvio que vivimos juntos (y desde hace cinco años, lo que hace la situación un poco más inexplicable). Hay algunos vecinos que alguna vez han reaccionado de forma hostil, aunque lo que predominan son las vecinas cotillas que hacen preguntas muy poco oportunas.

Para nuestras familias, sin embargo, la situación ya es mucho más normal dentro de lo extraño que es vivir en una relación que oficialmente desconocen. Incluso a nivel familiar está mucho más normalizada de lo que cualquiera podría imaginarse: me he convertido en una especie de tía/ hermana/ cosa-rara-pero-guay, e incluso a veces aparezco en los dibujos familiares como una más de la familia, así que supongo que, en cierta manera, además de compartir el espacio, me he convertido sin quererlo en parte de una familia-no-escogida-pero-sí. Al principio reconozco que encontrarme con una familia así por las buenas, que venía con el pack H., no terminaba de encajarme. Pero a fin de cuentas, lo importante es que todos nos tenemos, y por voluntad propia no lo cambiaría ahora mismo por otro tipo de relación en la que pudiera dejar fuera a todos menos a H. He dado mucho cariño y he recibido el triple.

Compartir el espacio entre dos parejas y con niños puede tener sus complicaciones y esto es innegable. Hay quien incluso se atreve a ver esta historia como una especie de comuna hippy centrada en la crianza de los niños como si fueran algo comunal… Y no es ni de lejos así. Se parece, y es, como vivir en una familia normal y corriente donde cada cual asume el papel donde se encuentra más cómodo. Vivo compartiendo mi espacio, compartiendo mi tiempo y compartiendo a mi amante, y sin embargo, no dejo de sentirme libre y viviendo la vida como me gusta. Y además, recibo siempre mucha felicidad a cambio de compartir, y eso, en definitiva, es lo que verdaderamente importa.

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