El valor de los sentimientos

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Estaba claro que iba a estallar en el blog en un momento u otro. Al menos para quien me conozca y me siga en Twitter (y me haya estado leyendo esta semana).

Hay mucho vicio, demasiado vicio con esto de vender humo. No digo que esté mal ganar dinero con el tema del poliamor, pero esto es como todo: si a tu labor de ‘difusión’ le has agregado el componente económico debes ser consciente de que, o bien tienes los límites bien claros y definidos, o caes del fino hilo del que tu ideología pende y acabas vendiendo cosas que no son poliamor. Y de estos últimos, desafortunadamente he visto a más de uno.

¿Que por qué digo esto? Pues porque al final, parece que la tendencia de meter todo en un mismo saco ha sido totalmente contraproducente, porque el poliamor no es una puta moda ni ‘algo que probar por probar’. No es como ir a un local de intercambio de parejas, que si no te gusta, no vas más y punto. No creo que nadie que espere una relación de pareja fructífera se comprometa con alguien ‘por probar’. No podemos vender esto como una moda, porque no lo es, ni excusarnos con la infestada frase de ‘nuestro objetivo es dar a conocer el poliamor‘. Dilo con todas las letras: el poliamor es fantástico y chipirifláutico pero tiene un precio que debes estar dispuesto a pagar. ¿Por qué? Porque los sentimientos se quedan expuestos, y por muy bellísimas personas que seamos, todos tenemos un ego que en algún momento debe luchar ante los otros dos (o tres, o cuatro, o los que sean). Normalmente, tras la batalla, todos los bandos salen, de alguna forma, heridos.

Las modas involucran cosas materiales, y no hay nada más inmaterial que los sentimientos.

¡Qué triste es que todos tus valores tengan un precio!

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