Ayer por la mañana, mientras leía algunos artículos en inglés sobre el poliamor, me topé con un término que me frenó en seco.
“Radical honesty”
El término en concreto aparecía en una frase en la que el autor del artículo resumía lo que él consideraba los cinco pilares fundamentales (y morales) sobre los que se sustentaban las relaciones poly. Éste era uno de esos cinco pilares. Honestidad brutal, que lo llamaría Calamaro. Esa honestidad que no tiene miedo de exponer las debilidades de uno mismo ante los demás, para la que el orgullo no tiene ninguna cabida. Ser honesto con los demás, sí, porque así eres más transparente y te muestras en tu totalidad, además de abrir una vía hacia la comunicación
Nos da miedo ser honestos. Nos hace vulnerables ante los demás. Siendo una persona de naturaleza bastante desconfiada, también tuve mucho miedo a abrirme muchas veces, a hablar abiertamente mis celos, a contar mis miedos y a expresar mis sentimientos, pese a que sabía que, siendo de vital importancia en una pareja monógama tradicional, era indispensable en una relación poliamorosa. Pero, ¿sabéis una cosa? La honestidad no deja de ser un arma de doble filo: al mismo tiempo en que te ayuda a sincerarte con el otro y te acerca un poco más, revela parte de tu mundo interior, de tus debilidades y flaquezas. Debilita los muros que te has ido construyendo con el paso del tiempo y que impiden que otros te hagan daño. Con quien más te expones siempre es con aquel que te conoce más, y eso da bastante vértigo en algunas ocasiones, o al menos en mi caso siempre ha sido así. Pero oye, quien algo quiere, algo le cuesta, siempre. Yo no he sido menos.
La honestidad no siempre ha tenido cabida en nuestra relación poly, sobre todo por mi parte. Porque, claro, hay muchas cosas con las que a uno no le cuesta ser honesto con ciertas personas, pero… ¿Y si habláramos de ser honestos con nosotros mismos? Eso es todo un deporte de riesgo, sobre todo si eres orgulloso y te cuesta asimilar las cosas que no están bien en tu vida. No obstante, creo que merece la pena ser un poco bestia con la honestidad introspectiva y retrospectiva. Me gusta intentar ser lo más honesta posible conmigo misma, y con H, y me gusta encontrar gente con la que no me sienta amenazada siéndolo. Y, por supuesto, me gusta que los demás también lo sean conmigo.
Ah, los miedos! Abre el balcón para que entre el sol…