Metamores. Menudo palabro. Muy poly, todo.
Explicado de forma sencilla, un metamor es la otra pareja de tu pareja. Esto quiere decir que mi metamor es R., la mujer de H., mi pareja. Puede sonar complicado y extraño, pero sirve únicamente para definir esa relación que te vincula a otra persona con la que compartes pareja.
Algunos autores hablan de tres grandes tipos de relaciones entre metamores: en primer lugar, los que apenas se conocen o simplemente tienen un trato cordial; en segundo lugar, los que tienen una relación de amistad; y finalmente, con los que son como la versión extendida de la familia.
En realidad, creo que todas estas relaciones con los metamores son mucho más complicadas per se de lo que humanamente se puede clasificar, puesto que cada cual gestiona sus relaciones como buenamente puede, ya sea entrando en la definición de una, de varias o de ninguna de las tres anteriores. Lo que siempre está claro es esa noción vinculante de compartir a la (o una) persona con la que tienes una relación romántica.
¿Deben conocerse los metamores entre sí? Bueno, esto es a elección de cada uno. Para mi resultaría crucial que se conocieran, casi como si fuera algo que simbolizara la aceptación de la relación por parte de los dos (o más) extremos. ¿Es necesario que tengan buena relación entre sí? No lo creo. Hay personas que prefieren desvincularse de sus metamores, aunque pienso que lo ideal sería mantener un mínimo de cordialidad. En realidad las relaciones entre metamores son algo muy complejo y difícil de gestionar, porque se trata de los sentimientos de un tercero, que pueden salir mal parados por un simple conflicto mal encauzado e incluso provocar la ruptura de la relación.
Creo que las variables son en cualquier caso muy distintas, y comienzan desde donde se define la personalidad del individuo y acaban en la pregunta ¿cómo quiero gestionar mis relaciones poly?
Todo un universo por descubrir, vamos. Y otro día hablo de eso de la compersión, otro bonito palabro poly.
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