María y Hugo están muy ilusionados. Hace un tiempo conocieron por internet a una pareja de fuera con la que parecía haber un feeling mutuo. Hugo, más conversador que María, tenía largas conversaciones con Marta, la chica de la otra pareja. María, por su parte, aunque no era tan conversadora, procuraba hablar con Daniel cada dos o tres días.
El lunes previo a su esperada cita, María notó que Daniel estaba un poco distinto por whatsapp, y le preguntó qué ocurría. Daniel le contestó con un mensaje que le heló la sangre:
Oye María, Marta y yo hemos estado hablando sobre este fin de semana. Es que Marta parece no congeniar muy bien con Hugo, no hay mucho feeling entre ellos. Por eso queríamos proponerte quedar los tres, Marta, tú y yo, este finde. La verdad es que me gustas mucho y me encantaría conocerte.
María, extrañada, le preguntó a Hugo. Él tampoco tenía ni idea de qué iba la historia. De repente, una historia entre dos parejas se había convertido en una propuesta de trío que implicaba obviar a Hugo.
Esta es una historia real, es una historia que en nuestro caso ha pasado más de una vez. Y no puedo evitar que no me quepa en la cabeza. Lo que pretendo en este post es explicar el lugar que a veces se le otorga gratuitamente al hombre (y a la mujer, de forma indirecta). En cientos de ocasiones, hemos visto cómo se comercia con la mujer, cómo se entra en los locales acompañado de escorts o cómo se publicitan servicios «especiales» por parte de las chicas que trabajan en un local liberal. Aunque creáis que lo que acabo de mencionar no tiene absolutamente nada que ver con lo anterior, si nos planteamos cuál es el sentido de un intercambio de parejas, muchos pensarán que es una forma de vivir el sexo en pareja. Otros, sin embargo, dirán está bien porque te permite follar con con otros con la libertad de que tu pareja no se mosquee. No sé si la diferencia se percibe.
En las redes sociales para contactar con otras parejas pasa un poco lo mismo. Entras en un perfil y lo único que ves son fotos y más fotos de ella. Ella de espaldas, en el balcón, mostrando su culo perfecto. Ella tomando el sol en topless. Ella en la ducha. Y, ¡oh! ¡Sorpresa! De repente ves una discreta foto de él. Vestido, sí, pero con su toque morboso. Y luego otras cincuenta fotos más de ella. Bien, procedes a dar likes y te encuentras con que, verdaderamente que te interese, solo hay una foto. Y bueno, ya que estás, pues te pones a dar likes a las de ella por poner algún like más.
Es entonces cuando te salta un cuadro de conversación y aparece él saludándote:
Hola guapa, gracias por los likes, veo que te gusta mi chica. ¿Te gustaría montártelo con nosotros?
A lo que no puedo evitar ser un poquito borde y contestarle con lo que pienso:
Le he dado a like porque me parecen bonitas, pero realmente que me interesen solo he encontrado una entre más de setenta.
¡Piiiii!… Fin de la comunicación.
Si véis, en esta conversación, a pesar de haber sido tan seca, el maleducado que se ha saltado a mi pareja ha sido él. Parece que como hay tantas chicas bisex en el ambiente liberal, la figura de él ya no es tan importante, ya es un puro trámite que hay que pasar para estar con su chica. Y me jode, porque hay hombres realmente morbosos y follables a los que se les ningunea… O se ningunean ellos mismos.
No os puedo contar qué se siente al notar que obvian tu papel en la pareja porque les interesa la otra persona. Para eso es mejor que lo cuen un hombre que se haya sentido así. Lo que sí que os puedo contar es el sentimiento de malestar y de frustración cuando te hacen eso, y la rabia de notarle dolido aunque no lo exprese en palabras.