Sin ataduras

rope freedom

Mujeres de hoy, ¡qué cosas tenemos!

Somos fuertes, somos libres, somos luchadoras. Pero a veces solo es teoría y fachada pura.

No, esto no es un ataque, ni mucho menos, al género femenino, pero hay una serie de actitudes que no dejan de sorprenderme. No me declaro feminista, tampoco, en el sentido en que hoy se expresa en las redes sociales. El otro día compartía algunos materiales extraídos del blog Saltando la línea roja y algunos pensamientos propios acerca de este tema. Mi visión con respecto a este tema es en cierta forma similar, salvando las distancias y los distintos puntos de vista bajo los que escribimos la autora del blog y yo.

Porque sí, porque estamos inmersos en una época de cambios muy interesantes, donde las libertades sexuales van ganando terreno, y me encanta ver que la gente joven se expresa con humildad con respecto a estos temas. A mi me pilla un poco mayor todo esto, tal vez, o simplemente sea un poco demasiado purista en ese sentido, pero no le veo mucho sentido iniciar una batalla tal que “mi vello, mis normas” o un intercambio absurdo de vocales para no distinguir géneros. No amigos, esa no es mi batalla.

No sé cómo expresarlo para no ofender a nadie, aunque por lo visto esa es mi especialidad. El caso es que me parece de estudio sociológico lo amenazado que se siente el hombre de a pie, como la autora rezaba. Y también me parece de estudio sociológico lo que la mujer cede ante la amenaza que supone ante el hombre sintiéndose y declarándose libre. Sí, no hemos parado de ceder ante eso. Twitter resulta de lo más educativo en ese aspecto. El simple hecho de que una mujer vea su libertad coartada para hacer un comentario sexual o para subir una determinada foto, ya nos dice mucho de lo constreñida que está la cosa. Pero ese es solo un ejemplo muy sutil.

Seamos claros: me gustan los hombres con carácter (en la cama y fuera de ella). No me malinterpretéis, pero si hay algo que odio es un hombre con una personalidad descafeinada. No significa entonces que me guste que me den azotes ni nada por el estilo. Me gusta el juego intenso, tome la forma que tome. Creo que muchísimas mujeres estarán de acuerdo conmigo. Nos gustan los tíos con huevos, sí, pero no de fuerza física bruta ni nada por el estilo. Nos gustan los tíos que nos dan caña, por supuesto, porque nosotras también tenemos mucha caña que darles. Nos gustan los tíos que se preocupan por saber lo que nos gusta y lo que no, para los que el juego de la seducción, por muy breve que sea, es algo bidireccional, recíproco. Muchos se limitan al juego ególatra de fake dom donde el daño físico porque sí es más importante que otra cosa por quedar por encima. No, señores, y no, señoras. Yo también sé dar un tortazo o un bocado (con marquitas, que sé que os mola, chavales), y eso no me hace ser dominatrix ni llevar las riendas en la cama. Yo prefiero que seas mío de otra forma. Y me gustaría ser tuya, pero no así. No me voy a arrodillar ante nadie que no se haya ganado mi respeto antes, y no entiendo por qué muchas sí que lo hacen, así como no pretendo que nadie se incline ante mi por la misma razón. Ni que decir tiene que el juego de dominación-sumisión, en caso de haberlo, se acaba una vez finalizado el juego. Bueno, esto es lo más grave de todo, y en lo que creo que nosotras más metemos la pata (que en lo otro también). Hay quien busca justo eso y lo encuentra, y hasta ahí todo perfecto; no hay nada que objetar si el juego forma parte del consentimiento y respeto mutuo. El problema (muy acusado) es pensar que alguien es de nuestra posesión tras un encuentro (osú con esto último).

Evidentemente, todo esto que escribo no lo he aprendido por ciencia infusa. Si hay una cosa que se me da bien es equivocarme una y otra vez. Últimamente me habréis leído un poco más acojonada, tal vez, más suspicaz o borde… Pero creo que lo que me hace falta es retomar la actitud inicial: ya sabéis, “metiendo la pata since 1985”. Porque claro, cuando crees que vas a meter la pata y te topas con alguien que sí, ese momento es glorioso. Cuando sabes que él ha disfrutado de ti como tu de él. Cuando habéis conectado desde el minuto uno como si os conocierais de toda la vida. Eso me encanta. Y voy a por ello. Puta, a lo mejor, pero libre. Muy libre. Libre de cagarse.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *