Menuda moda ésta del poliamor.
Hace poco más de una década, el término de moda que arrasaba en el plano sexual y de las relaciones de parejas era el de las relaciones abiertas: ser swinger era sinónimo de una mentalidad abierta, casi una utopía para muchas parejas, y para otras una vía de escape cuando la rutina se ha merendado a la pasión. Después sufrimos el fenómeno Grey, que arrasó en el fondo de nuestras cajoneras, allá donde no llegan las miradas indiscretas. Porque nadie se lo ha leído, pero curiosamente todo el mundo lo tiene o lo ha tenido entre sus manos. Y finalmente, llega a nuestras casas el fenómeno del poliamor. Así, sin comerlo ni beberlo.
No sé si me equivoco al decir que esta irrupción en nuestra sociedad tuvo algo que ver con la llegada de la traducción al español de The Ethical Slut, o Ética Promiscua, como lo conocemos aquí. Con el movimiento hippy y la creación de las comunas ya habíamos comenzado a juguetear años atrás con varios de los conceptos, aunque todavía no se habían acuñado los términos “relación liberal” o “poliamor”. Esta vez no ha sido muy distinto, y aunque lentamente va cobrando fuerza como el movimiento LGTB en otros países, en nuestro país todavía podemos decir que es un gran desconocido.
Tal y como ha sucedido con los términos “swinger” o más adelante “BDSM” se ha tendido a enmarcar el término “poliamor” dentro de una corriente más comercial o generalista para que así llegue a más gente. Por encontrar un símil, cuando comenzó el boom del movimiento LGTB, la imagen de homosexual que nos aportaban desde el exterior estaba completamente distorsionada y se centraba mucho más en aspectos externos que llamaban la atención que en el aporte de información o puntos de vista diferentes sobre el fenómeno. Si bien es cierto que hay decenas de acepciones y que cada persona tiene a bien entender por poliamor algo distinto, es cierto que, al igual que “amistad” y “amor” pueden tener cierto significado en común, generalmente cuando decimos que tenemos una relación amorosa con otra persona nos referimos a que existe cierto grado de compromiso emocional. En el caso de las relaciones de amistad, compartimos un vínculo afectivo, sí, pero sin llegar a la complejidad que supone un compromiso de carácter amoroso: he aquí la mayor diferencia que encuentro personalmente entre relaciones liberales y relaciones poliamorosas.
El poliamor es todavía demasiado joven para que nadie pueda ser un experto en este campo*. Lo que hasta ahora conocemos sobre el poliamor lo hemos aprendido de la exploración directa propia o de terceros. Además, en nuestro país contamos con otro handicap importante, que es la escasez de textos traducidos (o bien originales) de esta temática, consecuencia directa de la escasez de relaciones polígamas y también del anonimato en el que la gran mayoría decide permanecer (a nadie le gusta que sus relaciones sean motivo de estudio y observación). Lo que definitivamente está claro es que una relación está compuesta de personas, y las personas no son seres estáticos porque los sentimientos, ideas y emociones fluyen constantemente; de ahí que nuestro esquema sobre las relaciones abiertas cada vez tenga más brazos, más matices, y muchos más colores.
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*Veaux, F., y Rickert, E. (2014). More than two: A practical guide to ethical polyamory. Thorntree Press, LLC.
Lo bueno de las modas es que pasan pronto… no sé, me lo comentaba una amiga hace algunas semanas tomando cañas, se está montando mucha gente en este barco sin llevar a la espalda esa deconstrucción tan necesaria, ese cuestionarse ciertas cosas sobre la monogamia, los mitos del amor romántico y demás, y va a haber much@s que se peguen una buena hostia en los próximos años…
Con todo, y estoy muy de acuerdo con ella, esta moda puede servir para sacar del gueto las relaciones abiertas y el amor libre en general… algo tan viejo como el mundo, aunque más o menos en la sombra (o directamente estigmatizado) en función de las épocas… y por cierto, de darle el mérito a alguien no sería a los hippies, sino a los anarquistas ya en el siglo XIX.
Mi opinión sobre «Ethical Slut» y «Opening up» es… bueno, lo hojeado y me han dado bastante risa. Muy inserto en su contexto sociocultural americano, muy libro de autoayuda, pero bueno, fijo que hay a quien le pueda servir, yo personalmente no soy de librillos.
Un saludo, señorita Zitta! 😉
Bueno, los dos libros que mencionan tratan más las formas y son más «manifiesto divulgativo» que otra cosa. Yo no los llamaría «libros de autoayuda» porque no creo que sea su función. El libro que menciono de Veaux y Rickert, aunque está en inglés, me parece un poco más abierto a esa necesidad de conocer las experiencias de otra gente para saber cómo gestionar ciertas cosas, aunque sigue por otro lado siendo muy generalista.
En cuanto a lo que mencionas del contexto sociocultural, evidentemente en España no nos movemos en el mismo plano. No digo que sea mejor o peor, sino que simplemente hay cosas que probablemente surjan de formas distintas en cada contexto. En mi caso, por ejemplo, no podría ni masticar ni digerir el hecho de que un día alguien le diga a su pareja: oye, que quiero enamorarme de más gente, vamos a abrir nuestra relación pero nosotros seguimos siendo tú y yo forever and ever y lo que venga está supeditado a nuestra relación. A eso, personalmente, según la definición que me he creado durante estos años de vida en pecado, no lo llamaría «poliamor», pero sí que es verdad que hay gente al otro lado del charco que busca eso y lo tiene mucho más asumido que yo.
Nuestro país no está preparado para dar voz a las historias poliamorosas. La gente, en muchos casos, prefiere vivir esto en la intimidad y no expresarlo ni contar sus vivencias, lo cual es totalmente lógico. Pero me faltan vivencias, experiencias, algo donde una se pueda agarrar en caso de estar en un mar de dudas, recurro a la bibliografía y me frustro. Así cíclicamente. Y jode que te cagas.
Estoy de acuerdo con Tiberyas, la hostia que se pueden llevar muchos dentro de un tiempo puede ser considerable, aunque no lo achacaría solo a que se este uniendo mucha gente a este barco sin «deconstruirse», (que tambien), sino ademas a una desinformación brutal y como decía Zitta al tratar de meter en el mismo saco cosas que no son iguales, por otros intereses.
Ya ocurrió con el boom del mundo swinger y al tiempo, la cantidad de parejas rotas y de desilusiones que eso generó.
En cuanto a los términos y a la definición en si que hace Zitta, yo tiendo en principio a dudar de aquel que se autodefine como «poliamoroso», porque, a ver, considero que se puede «estar» en una relación poliamorosa, pero eso de buscar de por sí relaciones poliamorosas, como que, personalmente, no lo veo.
Considero mas apropiado el considerarse como pareja abierta, liberal, y a partir de ahí vivir las situaciones que se vayan dando, entre ellas el poliamor si corresponde, pero de la misma manera no entiendo que alguien se considere enamorado en general (se estará enamorado, pero no se será enamorado),.
Finalmente, en cuanto al contexto, es cierto que el contexto USA es bastante particular, sobre todo en lo referente al sexo, pues se tiende a implicar relación afectiva cuando se habla de «relación sentimental» y en ese sentido el concepto de poliamor se ve claramente influenciado. Por no hablar que la experiencia de grupos poliamorosos se ve muy influenciada por la poligamia y aquellas comunidades en que esta es aceptada, sobre todo en cuanto a la organización jerárquica de ese tipo de relaciones.
Gracias por tu comentario Dprvdo, se agradece mucho tu reflexión crítica sobre el concepto y la manera de vivirlo. Personalmente, creo que estoy de acuerdo contigo prácticamente casi en todo. Vivimos una situación un poco extraña actualmente, porque hay muchas voces que claman por la aceptación de esta manera de vivir las relaciones, pero poca gente que realmente quiera o pueda salir de la sombra para contar tanto las cosas buenas como las malas. Por lo tanto, lo que le está llegando a la gente es la «maravillosidad» de las relaciones de este o la «superioridad moral» del que vive sus relaciones más allá de la más estricta monogamia. No, es que no es así. No somos más abiertos, ni más felices que la gente que vive relaciones monógamas tan solo por vivir nuestras relaciones de otra forma distinta.
En cuanto al comentario tan interesante que haces acerca de cómo tomar la decisión de abrir tu relación a terceros, estoy totalmente de acuerdo y era lo que intentaba explicar, pero tú lo has hecho mucho mejor que yo. Creo que es fundamentalmente porque, o bien no hemos comprendido desde el comienzo la idea, o bien lo hemos ido poco a poco distorsionando: el poliamor no es una «religión» a la que te puedas convertir de la noche a la mañana, ni una etiqueta que uno se pueda colocar en el pecho. Simplemente pasa: uno de los dos miembros se enamora (o los dos), lo habla con su pareja, y a partir de entonces, se desencadenan una serie de cambios para los que sí que es cierto que hay que estar, en mayor o menor medida, preparado. Pero tampoco es algo de por vida estrictamente, ni tiene por qué darse en todos los miembros para que sea algo «equitativo».
Muchas gracias de nuevo por enriquecer tanto este post tan simplón y «para dummies» con tu visión.