Miedos

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Desde que comencé las andaduras por este blog, le he mencionado en muchas ocasiones a H. la imperiosa necesidad que encontré de que escribiera unas pocas líneas por aquí. Siempre ha querido que este espacio contuviera únicamente mi voz, pero creo que es esencial escuchar todas las voces que se pueda para comprender. La voz de H. es mucho más reflexiva, mucho más profunda que la mía. Espero poder escucharla en muchas más ocasiones por aquí.

Quien diga que no tiene miedo en una relación, miente. Siempre hay miedo a perder lo que se tiene, miedo a no ser suficiente, miedo a defraudar, miedo a … En fin, miedo.

Nuestra relación no es diferente a las demás, aunque las circunstancias sean poco habituales. Quizá los miedos sean otros pero ahí están. Cuando todo empezó, existía el miedo a ir más allá del sexo en un intercambio sexual, el miedo a reconocer ese sentimiento como amor y el miedo a saber qué pasaría después de ello.

Ya he comentado anteriormente que yo no elegí ser poliamoroso, que la vida me llevó a ello sin siquiera habérmelo planteado nunca, sin haberme planteado mi vida más allá de mi pareja e hija. Y ese sentimiento, cuando llega, produce miedo. Mucho.

Miedo a no saber qué es lo que sientes realmente, miedo a equivocarse, miedo a hacer daño a los demás. Y ese miedo no se va cuando por fin identificas lo que te ocurre, se amplía. No se limita al hecho de tener las cosas claras ambas partes de una relación, sino que ha de encajar entre 3 personas, con todas las combinaciones posibles. Simplemente, haced cálculos…Y cuando crees que tienes el miedo superado llegan las dudas…¿qué hago primero? ¿A quién se lo digo primero? Y decides, lógicamente, por la persona con la que llevas más tiempo, porque una vez que lo has sabido, ya no hay vuelta atrás. Y ahí estás, diciéndole a esa persona que la quieres como el primer día, pero que además de a ella quieres de la misma manera a otra a la que acabas de conocer hace un mes. Y diréis…miedo.

Pues no, en esa situación no hubo miedo, porque el miedo a perderla ya lo tuve antes, cuando ésta conversación estaba teniendo lugar en mi cabeza y ella me decía que no, que ni de coña iba a consentir algo así y que me fuera de su vida. Y ahí además de miedo hubo dolor, mucho dolor y el sentir que tu vida se acababa si eso pasase. Pero también lo hubo al pensar en la posibilidad de que tenías que dejar a la nueva persona, del mismo modo, de igual manera. Y ese dolor, supera al miedo, ese dolor no quieres volver a sentirlo jamás y hace que el miedo sea menor.

A partir de ahí, miedos sucesivos.. El miedo a que la segunda persona te diga que no siente lo mismo que tú. Miedo a que esa relación se rompa en algún momento. Miedo a que una vez que empieza, no dure…y así un día tras otro, una situación tras otra…

Y así vamos, superando miedos uno tras otro, a veces más intensos, a veces más cortos, a veces más dolorosos, a veces más fríos. A veces compartidos, a veces en solitario. Y poco a poco conseguimos mantenernos alejados de ese vacío al que yo, desde el día que lo viví en mi mente, tan real como si hubiera pasado, no quiero volver. Ni acercarme.

Porque tras ese vacío el miedo es el mismo, pero mis compañeras de viaje no estarán y eso sí que no podría soportarlo. Porque el miedo más grande es que pueda en algún momento perderlas.

Y ese miedo es igual al tuyo, lleves poco o mucho, tengas una relación o varias, ames a una o a dos, así que como ves, no somos tan distintos.

One thought on “Miedos

  1. Golgotha says:

    El miedo es el día de batalla en la guerra que es una relación, por aquel antiguo dicho de «Señor, dame 100 años de guerra y un solo día de batalla), se dice que la guerra para un soldado (que es quien más cercana, intensa y cruel la vive) no es sino largos períodos de mortal aburrimiento interrumpido por breves espacios de tiempo del más terrible de los pánicos… en tu caso el día de guerra sucedió en tu cabeza, pero es lo mismo
    La sucesión de miedos en cualquier relación es lo que hace que «el único día fácil es ayer» es lo que hace crecer, afrontar cada ,miedo y superarlo, para una vez superado esperar únicamente el que le sigue, se pasa mal, pero hace crecer a los implicados y a la relación
    Y, oye, valiente es el que conoce el miedo, le mira a la cara y lo enfrente… no conocer el miedo es de locos e inconscientes y en ninguno de los dos arquetipos encajas

    Cum covet fortuna
    cave, namque
    rota rotunda

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