Los celos y sus formas, colores y dimensiones

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Editado: Gracias a María Ramos por su ayuda, sus comentarios positivos y su feedback sobre un tema tan espinoso como los celos.


Llegas un buen día, te dan la charla sobre mitos del amor romántico, te sueltan la teoría sobre la fidelidad y la exclusividad, te explican que los celos son el demonio, palmada en la espalda y a ver qué narices haces tú con toda esa información. Porque ahora ya sabes que son malos, que los sufres y que hay que ‘erradicarlos’ cueste lo que cueste. Que ya había que enarbolarse la bandera de ‘celos free’ y demostrarlo a todas horas cuando entraste en el ambiente swinger (con mi pareja anterior, A.), pero que no lo hiciste, ni lo hicieron contigo. Y te cabreaste porque os tacharon de ‘no tener las cosas claras’ porque ‘es que sois muy jóvenes’ mientras veías cómo sucedía lo mismo en parejas más experimentadas. Y casi finalizando el maravilloso 2011 te metes en una relación en la que él está casado, y os vais a vivir los tres juntos bajo el mismo techo. Con tus dos huevos morenos (u ovarios). Y pasa el tiempo, hay celos, tu relación corre peligro de convertirse en algo permanentemente tóxico cuando los celos atacan, corriges, encauzas y sigues tu camino. Y vuelve a pasarte una y otra vez, pero tan pronto como eso ocurre, ya sabes cómo actuar. Y dices: “oye, pues igual esto no es tan raro y es mucho más natural de lo que pienso”.

Ya hablé abiertamente sobre los celos y cómo los viví cuando H y R se casaron, e incluso H escribió un post sobre cómo había vivido él la experiencia dentro de la ecuación. Pero a pesar de que no quería que fuera así, mucha gente leyó entre líneas algo que ni estaba escrito, ni pretendía dar a entender, como si fuera una especie de superheroína que había vencido el obstáculo de los celos por enfrentarme a lo que la gente parecía pensar que era la epic battle del año. En realidad, esta lucha no es más que un clásico revenido de los celos convencionales superpuestos en un tipo de relación que para muchos era (o es todavía) muy desconocida.

La realidad es otra muy distinta: mucha gente te habla muchas veces desde el prisma de que las relaciones cerradas en materia sexual o romántica no existen los celos. Pero la realidad es otra muy distinta, porque todos los hemos sufrido, incluso más allá de nuestras relaciones de pareja. E incluso preferimos que nos tachen de evidenciar otro tipo de emociones negativas mucho peores, que son en ocasiones el motor de propulsión de los celos, porque el mundo del amor y las relaciones afectivas, tal y como está configurado hoy en día, nos hace sentir vergüenza de los celos por encima de todo, además de generar clichés muy negativos dependiendo del género de quien los sufra.

¿UNA CUESTIÓN DE EXCLUSIVIDAD SEXUAL/ROMÁNTICA?

Uno de los primeros temas que afloran al hablar sobre la exclusividad (lo que en muchos contextos se refiere como fidelidad), ya sea sexual o romántica, son los celos, esos malditos compañeros de viaje que tanto enturbian nuestras relaciones, ya sean exclusivamente sociales o con el añadido emocional, a diario. Y es que estos compañeros no dejan de formar parte de las emociones humanas, con lo cual complica al 200% su gestión en nuestras relaciones. Es el primer tema que suele surgir al debatir sobre el poliamor, e incluso en algunas ocasiones sobre las relaciones abiertas, con quien desconoce de primera mano cómo se vive todo esto. La verdad es que lamento ser toda una aguafiestas, pero ni distan mucho de los celos que pueden surgir en otro tipo de relaciones ni se gestionan de manera muy diferente.

A lo largo de los últimos diez años he observado con paciencia cómo los celos transformaban mentalidades, personalidades y otras emociones. En realidad ha sido observación tanto externa, en otras personas, como interna, intentando analizarlos desde un punto de vista retrospectivo e intentando hacer una reflexión tanto objetiva como subjetiva de los mismos. Siempre se nos ha educado en la idea de que los celos son algo natural, normal y con lo que hay que convivir. Desde luego, no dice ninguna mentira. El problema, sin embargo, llega cuando se trata de escudar ciertos comportamientos sobre la base de que los celos son algo natural. En este post solamente hablo de un planteamiento que me hago a nivel personal, puesto que tal vez un psicólogo o cualquier otro experto en la materia podría cuestionar, pero… si somos responsables de gestionar de manera adecuada el resto de emociones, ¿por qué nos olvidamos de los celos? Y sí, por supuesto, estoy tirando a conciencia piedras sobre mi propio tejado, aunque me duela. Evidentemente, hablo de ellos porque sé (muy bien) lo que son, porque los he sufrido y porque los sufro.

Violencia. Los celos mal gestionados siempre generan violencia. A veces, contra unx mismx, a veces contra otros, de manera psicológica, verbal o física (a lo mejor hay más formas, pero son las que más conozco). No hay más culpable ni más responsable que unx mismx cuando flotan y se hacen perceptibles. No quiero decir con esto que nos flagelemos automáticamente, sino que nadie más que la propia persona que siente esa emoción puede gestionarla. Existe la vía de la comunicación, por supuesto, si el entorno en el que la emoción surge es propicio para hablar sobre ello, y evidentemente cuando surgen en una relación, si ésta es meridianamente sana, la otra persona velará también por el bienestar del/de la afectadx. Pero existe un mal muy generalizado, que es la mala costumbre de cargar a otras personas con las emociones que no sabemos/nos da miedo gestionar. Y en otras, cuando ya los celos se desbocan en exceso, culpabilizamos a la persona por la que sentimos celos, que en muchas ocasiones hasta desconoce estar dentro de esta ecuación y por la que generamos en algunos casos una aversión desmesuradamente jodida o, en otros casos, mostramos una simpatía autocomplaciente que algunas veces es solo aparente, como escudo ante el conflicto personal que supone gestionar una emoción tan chunga como los celos. Ojo, no estoy diciendo que sean las únicas formas de canalizarlo de forma negativa pero sí las que más conozco (y reconozco).

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Franklin Veaux, en su sitio web More Than Two escribe largo y tendido sobre los celos. Hay una sección entera en inglés con artículos sobre los celos para leer, reflexionar y hacer una profunda introspección sobre nuestras emociones. Sin embargo, el que más me cautivó desde el principio fue el titulado The Practice of Jealousy Management (La práctica de la gestión de los celos) por la comparativa que establece entre un frigorífico que se estropea y una relación que atraviesa dificultades emocionales. Aquí tenéis un pequeño extracto traducido:

Supongamos que nuestra relación es como un frigorífico. Un día, surge un problema en nuestra relación: el frigorífico deja de funcionar. Entras en la cocina, ves que hay un charco en el suelo y todas las pizzas y el helado que tenías guardados se han convertido en una masa viscosa dentro del congelador. Hay varias cosas que puedes hacer llegados a este punto, una vez hayas limpiado el desastre y sacado los restos de la cena del día anterior del frigorífico. Una solución es reparar el frigorífico; otra es reemplazarlo. Una última solución sería dejar el frigorífico en su sitio y hacer cambios en tu vida en torno al problema existente – “Desde hoy en adelante, no compraré comida refrigerada o congelada.” En la comunidad poliamorosa, la última opción es la que la gente elige mayoritariamente.

Leer el texto completo aquí

Eludir el problema. Efectivamente, es la solución que aplicamos en gran parte de las ocasiones cuando los celos afloran. Pongamos por caso, en una pareja swinger: uno de los miembros de la relación descubre que siente celos cuando su pareja va andando por la calle de la mano con otra persona. Solución: dejar de hacerlo en vez de confrontar el problema conjuntamente (esto es muy yo). En última instancia, si la vida se complica demasiado para ambos tomando esa decisión, reemplazamos el frigorífico, tiramos el frigorífico a la primera de cambio porque somos incapaces de enfrentarnos al problema. Muchas veces, incluso puede inducir a la negación de los propios principios, puesto que, retomando la metáfora de Veaux, si dejamos el frigorífico estropeado a un lado tendríamos que ‘dejar de comer las cosas refrigeradas que nos gustan’, y tenderíamos a buscar un parche provisional que más que solucionar el problema, escurriría el bulto. Y esto ocurre también, como Veaux menciona, en el entorno poliamoroso. Pongamos en ambos tipos de relación un caso que Veaux también menciona: ¿cuántas veces no se busca, ya sea en el entorno poly o en el swinger, el típico cliché de la chica bi que ambos puedan compartir? No se pretende decir que esto sea desacertado todas las veces que se busca o que ocurre así, sino que, por alguna extraña razón que desconozco, se encuentra menos complicado (léase ‘complicado’ como ‘amenaza menor para la relación’) que solucionar desde la raíz el problema de los celos.

Ojo, esto no significa que todo sea reparable y haya que luchar hasta las últimas consecuencias por algo que no tiene arreglo bajo ningún prisma. Simplemente quiere decir que pensemos un poco más antes de tomar una solución que quizá sea la más sencilla pero no la más adecuada.

LA ECUACIÓN DE LOS CELOS

Creo que existen tres componentes básicos en la ecuación de los celos:

  • La primera persona, la que sufre los celos
  • La segunda persona, el elemento común entre la primera y la tercera persona y el “objeto” por el que en la primera se desencadenan los celos
  • La tercera persona, cuya entrada en la ecuación provoca una reacción tras la que se desatan los celos de la primera

Sin embargo, pese a que estos tres componentes son básicos en el desarrollo de la ecuación, creo que el revestimiento de la misma puede tomar miles de formas, connotaciones y dimensiones diferentes. No es más que una expresión de entre las miles que puede tomar cada una de las personas dependiendo del tipo de relación del que hablemos: desde el amigo que tienes que compartir con más gente, pasando por los celos comunes entre hermano, hasta los celos propulsados por motivos de espacio y/o atenciones que recibe una persona.

Por supuesto, los celos son una emoción secundaria, que suele ser el resultado de otra(s) emoción(es), como pueden ser la angustia, la inseguridad, el miedo al rechazo o al abandono, la frustración o el miedo a perder un estatus o unas atenciones particulares brindados por la segunda persona. Además, como explica Veaux, siempre hay una acción o varias acciones en su conjunto que desencadenan estas emociones negativas, por lo que es importante que, antes de tener que enfrentarse al problema, unx tenga conciencia de la importancia de que su pareja se sienta querida, segura, respetada y no amenazada.

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Kathy Labriola, en su artículo Unmasking the Green-Eyed Monster: Managing Jealousy in Open Relationships, habla de un elemento clave en los celos que tal vez pueda diferenciar los que se sufren en una relación de carácter más tradicional de los celos de otro tipo de relaciones donde hay más de dos individuos involucrados, como podría ser una relación poliamorosa: los celos en las relaciones de poder.

Una nueva relación puede cambiar por completo las dinámicas de poder en una relación. Particularmente en una tríada o una relación triangular, en la que una persona tiene dos parejas y las otras dos solo tienen una, puede surgir una inoportuna dinámica competitiva y una lucha por el control. Esto se puede minimizar pidiendo a todas las partes que hablen de forma abierta sobre sus necesidades y negociando acuerdos razonables que sean justos para todos. La persona que tiene dos parejas debe hacer el máximo esfuerzo para evitar una lucha por el poder y asegurarse de que brinda a sus dos parejas el tiempo, la atención, el cariño, el compromiso y el sexo que necesitan. Si alguien en esta situación se comporta de forma abusiva, se le debe exhortar de manera inmediata. Las dos parejas se deben aliar para pedir un cambio en el comportamiento de su pareja, y no permitir que se les manipule para que estén enfrentadas entre sí. A menos que todo el mundo coopere y mire por los sentimientos y necesidades del otro, es fácil que uno de los miembros se sienta como ‘el agregado’. Nadie debe sentirse impotente en una relación, puesto que hay suficiente amor para satisfacer a todo el mundo.

Puedes leer el texto completo aquí

LA IMPORTANCIA DE HACER EL TRABAJO UNX MISMX

Leí hace bien poco un artículo sobre inteligencia emocional en el trabajo, con algunos alumnos, y todos ellos estaban de acuerdo en que la gestión de emociones como los celos mucho tenían que ver con este tipo de inteligencia. El autoconocimiento de los propios celos y de las sensaciones de las que derivan es esencial para reconocerlos rápidamente y poder controlarlos, para no ser, como Daniel Goleman señala, esclavos de sus consecuencias. Y no, no soy una experta en este tipo de autocontrol, sino más bien en sufrir las consecuencias de una mala gestión, pero es cierto que en el propio análisis con nuestro yo interior podremos encontrar respuestas (y soluciones) al problema: cómo intentamos controlarlos, en qué momentos o situaciones se descontrolan, qué emociones negativas experimentamos al sentir celos, cómo nos sentiríamos más seguros para con nuestra/s pareja/s… ¡Ojo! ¡El trabajo principal es de uno mismo, no de terceros!

Nadie tiene la solución perfecta para combatir los celos, pero sí que es importante hacer una reflexión previa a la hora de plantear soluciones. Es lo que muchos autores describen como “la deconstrucción de los celos”, es decir, compartimentar las ideas hasta llegar al fondo de lo que realmente nos hace daño. Veaux, por ejemplo, indica en muchos de sus artículos y recursos que es importante analizar cuál es exactamente la emoción que está detrás de los celos (tristeza, frustración, ira, envidia, miedo…) y el grado de intensidad de la misma, que puede pasar por una simple molestia a un tormento continuo o progresivo en torno al cual gira el resto de nuestra vida. Tras realizar este análisis, habría que definir las situaciones específicas que se producen al generar tal sentimiento, por ejemplo, que tu pareja duerma con su(s) otra(s) pareja(s) (por ejemplo, me siento apartadx cuando X duerme con Y) y enumerar las razones por las que te sientes así (creo que se siente más a gusto con Y que conmigo, creo que tienen más complicidad, mejor sexo, etc.), e intentar, junto con la lista de situaciones y reacciones, mano a mano con tu(s) pareja(s), definir si se trata únicamente de percepciones o si, en caso de ser ‘fundadas’, intentar definir posibles soluciones (por ejemplo, en caso de ser cierto que con una de las parejas se tiene más complicidad que con otra y eso afecta emocionalmente a alguien, comprometerse a pasar más tiempo juntos o a hacer actividades conjuntas que hagan que nadie se sienta desplazarlo). No sé si he puesto el mejor ejemplo del mundo, pero en definitiva, de lo que se trata es de intentar compensar de alguna forma la aparente desigualdad (que no olvidarse del problema dejando el frigorífico aparcado para siempre, sino intentando repararlo), bien buscando soluciones, o bien buscando alguna otra cosa que sea para todos justa y que reconforte a la persona que sufre los celos.

Labriola, por su parte, expone en el mismo artículo anteriormente citado la necesidad de enfrentarse a los propios miedos de cada cual para vencer esas sensaciones negativas que generan los celos. Es decir, define claramente que si se tiene una fobia a las arañas, es necesario exponerse constantemente a las arañas para superar ese miedo. Sin embargo, no todo el mundo afronta sus miedos de la misma forma y una exposición tan directa a la fobia podría acarrear los indeseables ‘efectos secundarios’. Además, personalmente no definiría ni trataría los celos como una ‘fobia’, sino como una emoción más. Por ejemplo, todos nos podemos sentir enfadados en algún momento, pero si esa emoción se descontrola y se descompensa, puede dar lugar a ataques de ira (mu malos pa la salud). Suena un poco hardcore y extremista, y a mí personalmente no me agrada demasiado este enfoque, pero tal vez a alguien le puede funcionar.

Para tratar los celos, le pido a los clientes que determinen con la máxima precisión que puedan lo que está desencadenando sus celos. Por ejemplo, Susan identificó que lo que más le molestaba de la relación que su marido Bill mantenía era que pasaba la noche con Rachel, y Susan se sentía sola cuando tenía que dormir sin él. Bill acordó volver siempre a casa para dormir, siempre y cuando pudiera quedar unas cuantas noches con Rachel. Tras un mes, Susan se dio cuenta de que ya no estaba celosa, y acordó dejarle pasar la noche una vez por semana con Rachel, con la condición de que si realmente se sentía celosa, pudiera llamarle para que volviera a casa a pasar la noche. Tras unos meses más, decidió que no había problema en que Bill pasara dos o tres noches por semana con Rachel, y solamente se puso celosa el día en que Bill se olvidó de su cumpleaños y quedó con Rachel esa noche. Durante este proceso, Rachel estuvo dispuesta a ser flexible y acomodarse a las exigencias de Susan, puesto que entendió que asegurar la cooperación de Susan era esencial para que la relación funcionara para todo el mundo. Y para Susan, lo que funcionó fue un acercamiento gradual en cuanto a exponerse a las situaciones a las que más tenía miedo, y así poco a poco aprender a tolerar e incluso aceptar esta situación nueva.

Obviando el hecho de que yo (y más de uno que lo esté leyendo) mataría a Bill de la forma más humillante posible (pegándole con rebanadas de pan Bimbo) por olvidarse de mi cumpleaños, puede ser que a alguien le funcione. Sin embargo, creo que debería ser cuestión de medir en intensidad lo doloroso o incómodo que puede ser la situación, y a partir de ahí, valorar cada uno si sería capaz de superar sus miedos bajo esa tesitura. Lo que me gusta más de este ejemplo (y lo único que me convence) es que todos los miembros que componen la relación estén perfectamente involucrados porque saben que para que este tipo de relaciones funcione para todos, no solamente hay que hacer funcionar un lado, sino los dos (o los que sean).

En definitiva, pese a que alguna gente afirma no haber sentido celos nunca, nadie está a salvo de sufrirlos alguna vez. Nadie es más equilibrado ni más estable emocionalmente que otros por no haber sentido celos alguna vez en la vida sino por haber aprendido a gestionarlos de forma correcta (nadie es mejor que nadie porque su frigorífico no se haya estropeado nunca, sino por haber sabido repararlo a tiempo y de forma correcta). Y lo malo de todo esto es que cada persona puede desarrollar una forma válida de superarlos, puesto que hay tantas formas de sentirlo como personas que puedan sufrirlos.

Ea, que ya me voy.

5 thoughts on “Los celos y sus formas, colores y dimensiones

  1. Mi Alter Ego says:

    Uf! A ver por dónde empiezo…
    En mi caso particular, en mi relación, sólo he sentido celos una vez, y fue por una situación muy absurda en la que además la tercera persona lo hizo a propósito para dañarme, puesto que en realidad no tenía interés alguno en mi pareja. Realmente lo que sentí fue ira. Irá hacia esa tercera persona por tener tal mala hostia, e irá hacia mi pareja por ser tan inocente y no ver lo que estaba sucediendo. En mis 13 años de relación, nunca he vuelto a sentir algo así.
    Pero… Eso no significa que no haya experimentado los celos. Creo que donde más los he sentido ha sido en mis relaciones de amistad. Y siempre que los he analizado, o de construido, como lo llama Veaux, me he dado cuenta de que, o son inseguridades propias, baja autoestima y cosas de esas, o mala gestión de expectativas. Así que la mayoría de las veces yo me lo guiso y yo me lo como. Eso no significa que sea buena en inteligencia emocional, ni de lejos, soy un desastre, solo que el 80% de los casos eran un problema mío. Y en los casos que no lo ha sido, el tiempo ha demostrado mi razón y por lo general esa gente ha acabado saliendo de mi vida.
    No sé, para mí es algo lógico lo de pensar en ellos y el por qué de su causa, a lo mejor es porque yo le doy muchas vueltas a las cosas y «me gusta» saber cómo me siento ante ciertas situaciones aunque solo sea por poder ponerle un nombre a esa sensación. Siempre ha sido así, con el tiempo he aprendido y descubierto que es una de las mejores maneras de gestionar este tipo de cosas y poco a poco las voy puliendo. Aunque aún me queda mucho por trabajar.
    Es genial ver por escrito estas cosas. Para mí es satisfactorio ver que en el fondo no lo estoy haciendo tan mal, además, a veces soy tan tonta que con una pequeña muestra (mínima) me doy cuenta de lo absurdo de muchos de mis pensamientos, pero en fin, somos humanos, no? Quizá los celos sean «normales», pero esa normalidad lleva implícita la cuestión de su gestión (o debería), y eso por desgracia, no nos lo enseñan de base.

    1. Zittissima says:

      Estoy muy de acuerdo con lo que dices. Lo que expone Veaux, que es lo que creo que la mayoría de la gente considera más saludable, es el camino hacia atrás, es decir, siento celos. ¿Qué emoción los impulsa? Y a partir de esa emoción… ¿En qué situaciones me afecta y qué es lo que me da miedo o me provoc angustia de esa sensación? Hablarlo está guay, pero hay mucha gente que no lo verbaliza y tampoco es malo si consigue lo que se propone. Lo que sí es malo es culpabilizar a otros por nuestras emociones, y sobre todo, por los resultados de nuestra mala gestión. Quejarse es un hábito muy saludable, e inevitable, pero no lo es cargar a la otra persona con la culpa (partiendo de la base de que sea una relación sana). Y esto no solamente sucede con tu pareja, sino que es aplicable como bien dices a otras relaciones.
      Gracias por el comentario (creo que también debo empezar a acostumbrarme a responder a todo, que parece una actividad muy sana también 😂)

      1. Mi Alter Ego says:

        Bufff, con todo lo que has dicho, me doy cuenta que estos ejercicios mentales, sirven para gestionar muchas mas cosas que los celos. Sobre todo porque como ya he comentado los celos suelen ser la representación de otro tipo de problemas propios como la inseguridad, la baja autoestima, etc. Me gusta cuando estas lecturas llegan en momentos tan cruciales como ahora para mi, me da mucha perspectiva y es reconfortante.
        Yo la mayoria de las veces suelo callarme toda mi batalla interna, aunque también depende del tipo y grado de relación que tenga con la otra persona, aunque acabo de descubrir que reconocer ciertos errores, y verbalizarlos también sirve para cerrar procesos y pasar página, y sienta la mar de bien.
        Por cierto, debo confesar que hubo carcajada en el momento rebanada de pan bimbo 😂😂😂.
        Mil gracias por verbalizar estos miedos, ayudan mucho, en serio. Una se siente menos bicho raro 😊😘

  2. Nekirine says:

    Te aplaudo a más no poder.
    Qué bien has expresado todo y me encanta el ejemplo de Bill (aunque yo también le pegaría con pan Bimbo por haberse olvidado de mi cumpleaños). Añadiría al tema de la exposición a la nueva situación que asimismo es necesaria la comunicación con esa tercera persona (o cuarta, o quinta…) en algunos casos. A mí me funciona eso la mar de bien porque, cómo decirlo, «humanizo» más a esa persona y al formar un vínculo aparte con ella me siento más involucrada. No sé si me explico bien, pero para mí el hecho de «formar parte» aunque sea de manera casual es PRIMORDIAL para eliminar el sentimiento negativo (normalmente inseguridad) que hay tras los celos.
    Un besico, sistah. Sigue así.

    1. Zittissima says:

      ¡Qué bien leerte por aquí! Pues sí, creo que en el artículo anterior expongo algo similar y el conflicto que puede generar que, por ejemplo, las dos partes que comparten a una persona no se lleven bien. El ejemplo de Bill expone la necesidad de estar, en cierta medida, involucradx en el bien de ambas partes. La cooperación es fundamental, sistah, y es que cuanto mejor fluyan las relaciones y cada uno ponga de su parte, mejor fluirán todas las partes involucradas y sus relaciones. Y yo soy malísima con eso.

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